La ciudad de Salamanca fue fundada el 29 de Noviembre de 1844, por el Gobernador Interino de Illapel don Joaquín de Ceballo, por acuerdo de la Junta de Hospitales de Santiago, en los terrenos de la Hacienda Choapa, a esa fecha de propiedad de la beneficencia. La hacienda había sido propiedad de doña Matilde de Salamanca, cuyos bienes por disposición testamentaria pasaron a ser inicialmente administrados por la Iglesia (1820) y luego por decreto del Director Supremo don Bernardo O’Higgins, de fecha 1 de septiembre de 1821, entregados a la beneficencia pública.
Fue ubicada en la ribera norte del río Choapa, próxima a un antiguo asiento indígena que constituyó parte de la “Encomienda del Choapa”, y que se situaba en el lugar actualmente conocido como Chalinga.
Hacia 1897 Salamanca contaba ya con 2.000 habitantes, en tanto Chalinga registraba 367 documentos de esa fecha, en la que se describe como un pequeño caserío cuya planta comprende 48 manzanas divididas por calles rectas de “regular ancho”. Ya contaba con Iglesia, Telégrafo y Oficina de Registro Civil y constituía asiento de Municipio con Jurisdicción sobre las subdelegaciones de Peralillo, Chalinga y Salamanca.
De los numerosos fundos que formaban parte de la Hacienda Choapa, algunos fueron parcelados en virtud de la Ley de Colonización de 1928. sin embargo, en 1959 cuando la Corporación de la Reforma agraria, no adquiere del Servicio Nacional de Salud (continuador legal de la Beneficencia Pública), los fundos que formaban la Hacienda Choapa, éstos aún alcanzaban a 253.000 hectáreas, de las cuales. Poco más de 8.000 hectáreas eran de riego.A fines de la década del sesenta y como consecuencia de los programas CORA, se cumple un programa de concentración de la población campesina del Valle del Choapa en villorrios que se sitúan a ambas riberas del río del mismo nombre, configurando localidades urbanas en el año 1982.
SALAMANCA, PRIMEROS HABITANTES
De la Ocupación Temprana
Entre los años 8000 y 2500 antes de Cristo, recorren estas tierras bandas de cazadores-recolectores, las que se trasladan desde la costa en busca de alimentos. Gradualmente estos grupos irán accediendo al desarrollo de una agricultura incipiente (especialmente maíz), asociada a la caza de guanacos. Entre los años 300 antes de Cristo y 200 después de Cristo, irrumpen en el valle poblaciones agroalfareras originarias del noroeste argentino. Precisamente de estos grupos provienen los primeros testimonios arqueológicos de nuestro pasado, como lo atestiguan los hallazgos de San Agustín, Arboleda, Chillepín, Panguesillo, Chalinga y Salamanca.
Cultura Molle
Este pueblo, de inciertos orígenes, vivía en valles y quebradas, dependiendo de la agricultura y la ganadería. Conocían la metalurgia del oro, la plata y el cobre, aunque en forma simple. Elaboran una cerámica sencilla, conocían el uso del tabaco o similar e introducen en la región un adorno labial elaborado en piedra: el tembetá. Los escasos datos sobre esta cultura llevan a afirmar que su desarrollo en la zona fue marginal.
Cultura Diaguita
Teóricamente se cree que los diaguitas llegaron a Chile hacia el siglo décimo desde el noroeste argentino, cruzando la cordillera y poblando los valles del Norte Chico. Las tribus diaguitas radicadas en el valle se dedicaron de preferencia a la caza, agricultura y crianza, conformando un patrón de asentamiento semi-aldeano o aldeano.Los diaguitas desarrollaron una rica alfarería, decorada finalmente con motivos geométricos, la que evolucionó técnicamente a la llegada de los incas. Su organización política se caracterizó porque constituyeron “señoríos duales”, vale decir, los señoríos se dividían en dos parcialidades, cada uno de ellos gobernado por un señor principal. Una de las mitades correspondían a la costa, la otra, a la sierra o parte “de arriba” del valle, donde se situaban los dominios diaguitas del valle del Choapa. Si bien no se pueden precisar sus autores, los petroglifos o piedras marcadas del valle tienden a ser asociadas con la cultura diaguita. Estas piedras y rocas grandes cubiertas con signos y dibujos, constituyen algo así como un precursor de la escritura, una manera de perpetuar ciertos hechos o datos. Característicos son los petroglifos de Panguesillo, Chillepín, Jorquera, Santa Rosa, Cerro Chico y Chalinga.
Dominio Inca
Se atribuye al gobernante Topa Inca Yupanqui (1471-1493) la conquista de Chile. La expedición fue cuidadosamente preparada bajo el mando del general Sinchiruca, con más de diez mil soldados, que durante seis años combatieron entre Copiapó y Aconcagua. Algunos autores sostienen que la dominación peruana en nuestro país duró de 50 a 75 años, hasta la llegada de los españoles.La invasión incásica dejó en toda la región del Choapa su huella civilizadora, logrando introducir una más racional explotación en los cultivos, enseñaron la construcción de caminos y canales de regadío, como así mismo la confección de tejidos, alfarería y diversos utensilios de uso doméstico.Interesante resulta destacar la existencia en la comuna de vestigios del “Camino del Inca”, ruta construida para el traslado de las fuerzas militares, el comercio y para mantener expeditas las comunicaciones del Incanato. Este camino era parte de una red de veinte mil kilómetros trazados entre montañas y valles. En 1984 se descubrió un tramo a la altura de Cuncumén, así como el tambo de Conchuca (los tambos eran lugares de descanso y reabastecimiento).Existen antecedentes de la existencia de un camino del Inca costero (aún desconocido), que debió haber pasado por La Serena, Illapel y La Ligua.
De la Ocupación Hispana
Después que Almagro pasó por Chile (1536), Pedro de Valdivia emprenderá la conquista de estos territorios (1540).Asentado en Chile, Valdivia recompensará a su gente con tierras e indios (“mercedes” y “encomiendas”) para que las trabajen. A Juan de Cisternas corresponderán las tierras del “Chuapa”.Interesa precisar que las tierras de Cisternas serán compradas después por el peruano Gaspar de Ahumada y Mendoza, bajo cuya propiedad quedarán las hijuelas de Cuncumén, Chillepín, Tranquilla, Coirón, Llimpo, Quelén, Las Casas, Tahuinco, El Tambo, Limahuida, Las Cañas y Las Vacas, o sea, una extensión que abarcaba desde la cordillera hasta las cercanías del actual puerto de Los Vilos.A fines del siglo XVI la población nativa de El Tambo es trasladada a Chalinga, recibiendo la denominación de “pueblo de indios”, concepto utilizado en la época para caracterizar a las poblaciones naturales reunidas en estos sectores para brindarles mayor protección y además, para que curas y doctrineros enseñaran a niños y mayores con la frecuencia necesaria la doctrina cristiana. Pero, según se desprende de documentos eclesiales, la doctrina del Choapa estará casi sin gente, porque el encomendero mantendrá en su estancia a los indios. En otras palabras, se desarrollará una sorda pugna entre el encomendero y los responsables de los pueblos de indios por mantener bajo su tutela a los nativos.Hacia 1729 se tiene conocimiento que la “Vice-parroquia de Chuapa Alta“ (Chalinga), está a cargo del cura “reverendísimo” Agustín Feliz de Molina.Por el año 1818, durante la Patria Nueva, los naturales de Chalinga, aunados por el indio Vicente Paillarte y el mestizo Francisco Carvajal, atacaron la ciudad de Illapel un jueves santo, aduciendo descontento por el nombramiento del cacique. El 20 de marzo don Miguel Irarrázabal, con una tropa de 30 inquilinos los derrotará, dando muerte a Carvajal, líder de la insurrección.
Fuente: Salamanca.cl
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